En este mes de julio, específicamente el 4 se estará celebrando la independencia de ésta nación que nos acogió y que en alguna medida es nuestra patria de adopción.
Este acontecimiento histórico más que lagos, playas, asados y ron, casi siempre con la mirada perdida en la geografía ampulosa de una hembra coqueta, debe servirnos para ampliar nuestros conocimientos de ésta tan generosa tierra.
Es sabido que las trece colonias tenían un génesis inglés, que como salida para aliviar, en parte, algunos problemas: la sobrepoblación, la intolerancia religiosa y la necesidad expansionista de sus mercados y la competencia con España por el control de las rutas marítimas. Establecidas las 13 colonia, éstas mantenían un vinculo total con Inglaterra y aunque la corona les ofrecía protección militar las colonias inicialmente se autogobernaban es así que en el 1643 un grupo de estas decide formar la confederación de nueva Inglaterra, estaban Plymouth, Massachusetts, Conneticut y New Haven.
La corona regulaba al comercio a través de leyes e impuestos negando el comercio directo con otras naciones, la primera de estas leyes fue introducida al parlamento en el 1651 como no fue debidamente acatada en el 1660 se produjo otra ley conocida como la ley de enumeración, esta exigía que los productores de tabaco debían transportar sus productos a Inglaterra y desde allí comerciarlo a otras naciones. Esta ley y sus consecuencias produjeron la primera rebelión, conocida como la rebelión Bacon, por haber sido organizada por el agricultor Nathaniel Bacon. Todas estas leyes a la par que los conflictos bélicos entre naciones Europeas, Francia, España, Holanda, Inglaterra, muchas de cuyas batallas se pelearon en América crearon un malestar en las colonias y esta ley endureció la supervisión de las actividades comerciales, y la creación de la ley del azúcar y la del timbre que obligaba a los colonos a pagar impuestos (1764) hizo que se celebrara el congreso de Nueva York en el 1765, pero el detonante final que disparó la chispa fue la promulgación de la ley del té que fijaba impuestos a los colonos sobre productos de exportación inglesa.
En el otoño de 1774 doce colonias enviaron delegados a Filadelfia al primer congreso continental, este no pretendía la independencia pero en el curso del mismo la posición inglesa se endurecía, lo que llevó a confrontaciones entre colonos y el ejercito inglés. Finalmente en la primavera del 1775 se iniciaron las hostilidades al pretender el ejercito inglés desarmar la población de Concord, los milicianos de esta ciudad y los de Lexington enfrentaron al ejercito inglés, éste junto al sitio de Boston, la batalla de Bunker Hill fueron el bautismo de sangre de la independencia de los Estados Unidos.
En la guerra de independencia siempre se destaca el hecho de la ayuda francesa a la causa y el derroche de valor y estrategia del Marquéz de Lafayette sin embargo, sin razón aparente, se omite la contribución española que en palabras de los historiadores fué fundamental para el logro independentista, desde la aportación de cuatro millones de reales hasta las conquistas de las plazas inglesas de Baton Rouge, Fort Manchac y Fort Panmure por el gobernador de Louisiana, Bernardo Galvéz quien también logró el control del río Mississippi lo que desbarató el plan de los ingleses de conquistar sus cuencas y cercar los ejércitos de Washington desde el Oeste. Aunque una resolución del congreso de Filadelfia en 1783 otorga al rey de España el titulo de poderoso protector y defensor de la independencia de los Estados Unidos de Norteamérica,es poco o nada lo que se consigna sobre la participación española en la independencia norteamericana, como si un manto negro cubriera las acciones de armas y la colaboración económica. Parece ser que los cronistas históricos y los propagadores de la misma, desaparecen de los textos esta información que más derecho puede darnos al degustar la parrillada que se acostumbra para la fecha, con el convencimiento seguro que apellidos hispanos también contribuyeron.
