Ese día se levanto temprano, salio de su habitación quedito, no quería que nadie se diera cuenta que se estaba preparando para irse. Puso un disco de Sabina y se tomó un chocolate espeso, se asomó al balcón y contempló la estrella de la mañana que ese día refulgia como nunca.
Buscó en la gaveta y tomó una foto de su compañera de siempre, la contempló largamente y luego la guardó dentro de su camisa a la altura de su corazón.
Tomó un libro de versos de Neruda, quería leer a Cabral pero recordó que lo había dejado en la Nobel. Se sentó en su sillón preferido y comenzó a leer los versos del Capitán.
Al filo del mediodía, cuando el sol esta mas desesperado, se marchó BALBUENA en un rayo de luz.
Asdrovel Tejeda Acevedo
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