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sábado, 22 de junio de 2013

WILLIAN BLAKE

El tigre
    Tigre, tigre, que te enciendes en luz
    Por los bosques de la noche
    ¿Qué mano inmortal, qué ojo
    Pudo idear tu terrible simetría?
    ¿En qué profundidades distantes,
    En qué cielos ardió el fuego de tus ojos?
    ¿Con qué alas osó elevarse?
    ¿Qué mano osó tomar ese fuego?
    ¿Y qué hombro, y qué arte
    Pudo tejer la nervadura de tu corazón?
    Y al comenzar los latidos de tu corazón,
    ¿Qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
    ¿Qué martillo? ¿Qué cadena?
    ¿En qué horno se templó tu cerebro?
    ¿En qué yunque?
    ¿Qué tremendas garras osaron
    Sus mortales terrores dominar?
    Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas
    Y bañaron los cielos con sus lágrimas
    ¿Sonrió al ver su obra?
    ¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
    Tigre, tigre, que te enciendes en luz,
    Por los bosques de la noche
    ¿Qué mano inmortal, qué ojo
    Osó idear tu terrible simetría?

Cafe Tacvba & Leon Gieco ( Horal )


JAIME SABINES

LENTO, AMARGO ANIMAL Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
?maldita y arruinada soledad
sin uno mismo?
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro
desde lo que no soy
?mi piel como mi lengua?
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
remoto ?nada hay detrás?,
lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
que soy, que he sido.

HORAL
El mar se mide por olas,
el cielo por alas.
nosotros por lagrimas.

El aire descansa en las hojas,
el agua en los ojos,
nosotros en nada.

Parece que sales y soles,
nosotros y nada....


Diluvio
El cuerpo mantiene la memoria de la sal, del agua, de la harina. (Siempre será un consuelo ver jugar a los niños en las resbaladillas, o a los adultos en las casas de juego.)
    Lo lógico es que llueva de esta manera. ¿Para qué quiere el desierto que llueva? La arena del desierto es hidrófoba, igual que los perros rabiosos que se mueren libres.
    Si sigue lloviendo de este modo, habrá que construir un submarino atómico: poner en él un macho y una hembra de cada especie lunar.

De: Jaime Sabines
Otro recuento de poemas
(1950-1991)


martes, 18 de junio de 2013

TODOS Y CADA UNO


Estaba un hombre sentado en el firme de una loma, hacia poco que había escampado, después de llover torrencialmente por algunos días, veía que el arroyo desbordado se llevaba todo a su paso, debajo del firme donde él estaba asentado, personas, animales, casas y cosas, el los miraba de manera indiferente, pensaba con algún tipo de regocijo interno, que él estaba bien y lejos del centro del arroyo. Que me importa a mí, ni me llega, ni me pega, no pensaba en nada ni en nadie, solo en su seguridad y entre dejos suspirosos, pensaba en las ganancias que podía sacar del arroyo revuelto.
Levanto la vista para mirar un pequeño claro de luz, que pugnaba por salir, entre las nubes encapotadas, en un combate singular, en una lucha feroz, por desgarrar las nubes negras e imponer el sol, la lucha constante de la luz y la oscuridad. Sintió algo humedecer sus pantalones a la altura de sus pantorrillas, bajo la vista un momento con una sonrisa de seguridad  y, el arroyo se lo llevo.
A veces nos sentimos seguros e indiferentes, pensamos que en nuestros pequeños espacios estamos lejos de cualquier eventualidad, nos olvidamos de que somos parte de un todo, nos hacemos sordos y mudos  sin comprender, con nuestros egos atrofiados y condicionados, que la vida es un milagro breve, un suspiro en el viento que solo deja huellas, cuando somos los demás, en la esencia perfecta del todos