Se secó el sudor del rostro y miró el horizonte, mas allá del camino; se cambió la cruz de hombro y de repente sintió el cansancio envolverlo en un torbellino de fuego. Con pasos lentos,muy lentos, reanudó su camino con un deseo infinito de abandonar el madero; levantó sus ojos al cielo con una expresión muda de desencanto y desaliento.
Tanto caminar,pensó,tanto predicar con el ejemplo,con hambre,con frío,sin unos brazos amorosos enroscados en torno al talle,sin una boca palpitante hablando quedo al oido,sin esperar recompenzas y dándolas todas.
Se sentó bajo un manzano y contempló el volar majestuoso de una gaviota y a lo lejos vió el cielo pintarse en colores de arcoiris, mientras una mariposa se asentaba tiernamente en el dorso de su mano,muy cerca de su herida.
con un vigor renovado,se puso en pié,recogió el armazón de madera que había cortado ese día,dejó fluir su tristeza y una sonrisa se asomó a sus labios abriendole paso a la esperanza.
Asdrovel Tejeda Acevedo
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