Sentí su mirada como un latigazo de fuego bajando por mi espalda, me volví y por un breve instante me perdí por completo en unos ojos almendrados que me observaban con un dejo de burla condescendiente, su sonrisa de conmiseración,laceró mi alma y me bajó de golpe al helespónte del fin, sin la moneda de rigor en mis manos.
Detenidamente y ya de frente, noté su mirar resbaladizo bajando en el entorno de mi cuerpo,alcé los hombros,queriendo ganar algunos décimos de aceptación,traté de sonreír y levanté mis manos en un gesto mudo de cobijo amistoso,mas, sentí su carcajada de burla y desprecio.
Con mis labios mustios y en un arrebato de desesperación y pena quebré en mil pedazos ese espejo impío,que reflejó en su cristal de fuego y de piedra la verdad insoslayable de este rostro mio.
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