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viernes, 5 de noviembre de 2010

LA DOMINICANIDAD SECRETA

Con su permiso poeta, no puedo menos que robarle su rincón y exponerlo para consumo de los que hacen el favor de leer este blog. Cuantas verdades en un espacio tan reducido, que análisis tan fecundo de este vagar por otros suelos, con la patria prendida en el alma, mientras los que aposentados en el trono del poder político, los de ayer y los de hoy, apagan la esperanza y solo alumbran sus bolsillos, con las penas y las necesidades de un pueblo que merece mejor suerte.


César Sánchez Beras
cesabe@siglo21.com

Hay una comunidad que vive y trasiega fuera de los linderos de la isla. Que vive y desvive, que muere y desmuere, atravesando descalza de protección verdadera los inviernos más crudos del norte prometido como el Canaán de la postmodernidad. Una comunidad que a fuerza de haber vivido a la intemperie institucional por un siglo, ya no confía ni en los buenos ni en los malos que promete la panacea de las soluciones políticas.

Hay una comunidad que supo demasiado pronto, que en República Dominicana, el béisbol de mala calidad es más rentable que una educación de primera, que tuvo que ver de golpe y porrazo, que quienes apuestan a las soluciones de último momento, son los mismos que crearon de forma consuetudinaria los problemas que dicen que resolverán.

Pero hay otra comunidad que salió del país, que no morirá ciega, que al igual que Balbuena, llegó a ‘Nuebayol’, con errores porque no es el mismo de la realidad. Una comunidad que le ha tocado resolver los entuertos de los otros, pagar la vergüenza ajena. Sí, una comunidad secreta, que desde las aulas, desde los bares, desde los estadios, desde las casas, desde las iglesias, desde los sótanos jugando dominó o desde los cubículos de las universidades, desmenuza el camino sinuoso de nuestra historia reciente.

Sí, hablo de una comunidad secreta de dominicanos sin importancia colectiva, sin nombres ni apellidos sonoros, sin abolengos ni placas diplomáticas, sin exoneraciones ni cuentas en bancos de Suiza, pero que aprovecha cada micra de existencia para pelear por el espacio que le ha escamoteado la historia y que ha sido detentado por los patriotas de hojalata de turno.

Una comunidad que mientras los diputados se suben el sueldo, ellos le dicen a unos cuantos muchachos: “la Dictadura de Trujillo no tuvo ejemplos”. Que mientras se destapa un nuevo caso de corrupción, ellos le dicen a sus hermanos, antes de que este paisaje con nombre de país, fuera república: “Duarte tuvo la fe de que podíamos ser felices”. Que mientras los senadores se inventan nuevos gastos para gastar el dinero de los otros, ellos le dicen a quien quiera escucharlos: “Manuel del Cabral, no sólo fue un poeta, si no que fue admirado por 5 premios Nobel de literatura al mismo tiempo”.

Una comunidad que mientras los dominicanos pierden sus playas en manos extranjeras, que mientras los dominicanos no tienen asistencia social, que mientras los de allá no tienen más que una leve esperanza en el mañana promisorio, ellos, acá, tratan de levantar la Patria, aunque ésta no sea más que un pañuelo en la cabeza de un danzante de los festivales o un lienzo que se eleva cada febrero en el City Hall de las ciudades.

Nosotros los que vivimos a ambos lados del gran océano que nos divide, perdemos de vista, que a nadie le importa de qué lado del agua estemos. Nosotros, a ambos lados del agua que nos divide, estamos solos, solos, solos, frente a la noche larga de nuestro destino de pueblo mendigante, frente a nuestra desgracia de desvencijada patria.

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