A ti que has venido a leer las cosas que escribo y lo que publico, que sin ser mías son de todos, a ti que el día de hoy esperas la terminación de un año, que quiéraslo o no, dejó, alegrías, risas y encuentros felices, pero que también te trajo olvido, dolor y soledad en esa búsqueda constante del bienestar que todos añoramos.
En ese constante deseo de que el próximo año nos juntemos en Jerusalén, esté tu Jerusalén en cualquier continente o en una isla del Caribe. A ti, gracias por venir a mi ventana y mi deseo fehaciente de salud, bienestar y que el camino te lleve donde tu corazón ubica la estrella de tu felicidad.
Sea tu creencia la que sea no olvides nunca que el universo nos lleva a la perfección y que a través de amar y ayudar a otros logramos la única y verdadera comunicación con la fuente de amor universal y como decía el padre Luis, sacerdote católico de mi pueblo, “Es bueno ser bueno, pero es mejor hacer el bien”. Que la luz, la verdadera luz, despeje todas las sombras en tu camino desde el comienzo al final del 2012.
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