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lunes, 17 de diciembre de 2007

POETA DE LA SEMANA



César Sánchez Beras ( Santo Domingo ,RD. 1962.



Doctor en Derecho (Universidad Autónoma de Santo Domingo, 1988).



Ha publicado los libros:



- MEMORIAS DEL RETORNO, 1993,

-TRAVESIA A LA QUINTA ESTACION, 1994

-CON EL PIE FORZADO, 1994

-EN BLANCO Y NEGRO, 1995

-COMENZO A LLENARSE DE PAJAROS EL SUEÑO, 1999

-TROVAS DEL MAR, 2002

- SAPITO AZUL , 2004

Premiaciones:



- Primer lugar Concurso Nac. De Décimas, 1990

- Primer lugar Concurso Nac. De Décimas (Cedee) 1991

- Segundo lugar Concurso Nac. De Décimas Juan A: Alix,

- Premio Anual de Poesía (RD) 2004

-Premio Anual de Literatura Infantil (RD) 2004

- Maestro del año, Premios Círculos Dorados, Massachussets

- Elegido como maestro del año, por la premiación “Quien es quien dentro de los maestros de Estados Unidos, en fecha 2001 y 2004

- Padrino del Desfile Dominicano 2003, Lawrence, Massachussets

- Poeta Laureado por Cambridge Collage (2004)



Actualmente trabaja como maestro de español y literatura en Lawrence High School, Lawrence, Massachussets, donde junto a su labor de activista cultural, se desempeña como columnista del Periódico Siglo 21 y de la Revista Imagen Hispana.



* Durante el periodo constitucional 1996-2000, fue Asesor Cultural del Consulado Dominicano en Boston (honorífico)



Su boca era un rumor de gotas sobre el techo

Ella amaba la lluvia
y ella era en sí misma
una lluvia indecible de trigos y amapolas

cual si fuera una huida de plenitud y asombro
su boca era un rumor de gotas sobre el techo
y su sexo un camino poblado de relámpagos

nunca se vio dos veces
a sí misma al espejo
era distinta y única como todos los miedos

sé que amaba la lluvia
porque sus manos iban desbocadas al mar
y sus ojos tocaban como beso de incienso

ella puso su lengua
sobre el pájaro acuoso que gravita mis sienes
ella tenía el delirio triunfal del aguacero
por eso yo la amé con mi cuerpo de tierra.


Preludio


Anoche había en mis sueños un cementerio en niebla
y entre todas las tumbas reconocí la mía;
un ave picoteaba sobre marchitas flores;
lo demás se borraba con la niebla sombría.

Anoche había en mis sueños un cementerio en niebla
y yo veía perderse, entre hileras de tumbas,
mi mano de oficiante que descifra conjuros,
mi boca de Chamán , mi sombra de poeta.

Y mientras yo soñaba un cementerio hermoso,
con cayenas azules y bandadas de cuervos,
con un sol que intentaba desteñirse en el viento...

La noche diluía el sendero hacia el sueño,
donde se halla la llave que contiene los nombres
de los que como yo no volverán de nuevo.



Ella me espera


Ella me espera...
   está en la exacta latitud de mis angustias
   en el otro desgarre del espejo
   levedad del ser o no ser
   en mi  caida.
  
Amo su boca
   túnel encendido hacia la huida
   aguijón que insulta y que idolatra
   boca que a fuerza de pasión casi es la mía.
    
Bebo sus senos
   que se llenan de nubes en mi lengua
   y  de repente lloviznan en mi pecho
   muerdo su nuca
   indefenso resbalo por su pelo
   beso su vientre
   y me atraviesa un galope inusitado
   de risas y cascadas primigenias
   que danzan sin cesar en mis adentros.
  
Estoy amando
   un ser que sobre un vértigo de espuma
   desdice la llegada de la muerte
   y me duplica en proyecciones infinitas.
  
Estoy amando
un cuerpo que me nombra y que yo nombro
   y va marcando con pedazos de sus ojos
   mi regreso triunfal de locura.



Acuarela de Guibia

Van Gogh no vió este azul irrepetible
como la risa de la niña que me mira
con sus flores de miserias y de asombros

no pudo atar a su pincel eterno
el otoño detenido de estos faros
ni las muertes aborrecidas por el mar
en el suicidio secreto de la espuma

ningún pintor podrá escuchar jamás
ni en todas las orejas cortadas al embrujo
el mágico rumor de esta vendimia

¿cómo encerrar en el límpido amarillo
las velas deshechas de estos muelles,
con cuál azul pintar este regreso,
qué verde oscuro bocetará mi angustia
qué rojo intenso dibujará mi orilla?

ni con todos los ojos
Van Gogh pudo mirar este mar mío

esta canción desafinada de las algas

esta muerte anclada en mi pupila
por todos los que duermen a la izquierda del mar.



Onán
 
Un rastro de luz imperceptible
unió su mano simple
al alero silente de la dicha
 
todo el miedo del mundo
goteaba en el sudor de sus temores
 
todo el fuego del mundo
rugía en el latir de su congoja
 
a tientas fue tocando el borde de la puerta
pasando suavemente su mano en el dintel
quemando íntimamente el bronce del postigo

la puerta cedió un poco
una luz blanquecina transparentaba todo
 
tocó
tocó otra vez
tocó mil veces
 
 
hasta que el cuarto se inundó de gloria
y su mano mojada  de lumbre,
anunciaba un rio de peces y de espumas.

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