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sábado, 22 de junio de 2013

JAIME SABINES

LENTO, AMARGO ANIMAL Lento, amargo animal
que soy, que he sido,
amargo desde el nudo de polvo y agua y viento
que en la primera generación del hombre pedía a Dios.

Amargo como esos minerales amargos
que en las noches de exacta soledad
?maldita y arruinada soledad
sin uno mismo?
trepan a la garganta
y, costras de silencio,
asfixian, matan, resucitan.

Amargo como esa voz amarga
prenatal, presubstancial, que dijo
nuestra palabra, que anduvo nuestro camino,
que murió nuestra muerte,
y que en todo momento descubrimos.

Amargo desde dentro
desde lo que no soy
?mi piel como mi lengua?
desde el primer viviente,
anuncio y profecía.

Lento desde hace siglos,
remoto ?nada hay detrás?,
lejano, lejos, desconocido.

Lento, amargo animal
que soy, que he sido.

HORAL
El mar se mide por olas,
el cielo por alas.
nosotros por lagrimas.

El aire descansa en las hojas,
el agua en los ojos,
nosotros en nada.

Parece que sales y soles,
nosotros y nada....


Diluvio
El cuerpo mantiene la memoria de la sal, del agua, de la harina. (Siempre será un consuelo ver jugar a los niños en las resbaladillas, o a los adultos en las casas de juego.)
    Lo lógico es que llueva de esta manera. ¿Para qué quiere el desierto que llueva? La arena del desierto es hidrófoba, igual que los perros rabiosos que se mueren libres.
    Si sigue lloviendo de este modo, habrá que construir un submarino atómico: poner en él un macho y una hembra de cada especie lunar.

De: Jaime Sabines
Otro recuento de poemas
(1950-1991)


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