Al olvido
por lo que fue.
A la
esperanza por lo que nunca ha sido, por lo que nunca será.
A los sueños
que poblaron de imágenes las noches, marchándose furtivas con las primeras
luces del día.
A la
angustia que sigilosa entro sin invitación ovillándose en la esquina del ropero
vacio.
Al dolor
que toca los tambores de guerra sin descanso en la llamada de asalto al bastión
sin defensa.
A la espera
cansada de esperar lo inesperado, taciturna, gris, silenciosa con los bolsillos
vacios de llegadas.
A la risa
que temerosa se convirtió en carcajada nerviosa
de espanto.
Al temor,
al temor de un nuevo día, de mirar por
la ventana el paso del tiempo, sin
sentirlo, sin vivirlo, sin querer sentirlo ni vivirlo.
A la
soledad constante colmada de personas invisibles, transparentes que viven su día
en el mañana eterno de la duda.
Al final
que muerde la espalda del principio en todos los principios del final que me
llevan lentamente al centro vasto y total de la nada.
Asdrovel A Tejeda
Asdrovel A Tejeda