Este rincón es para una mujer que no tiene sombras ni apellidos, que se arriesga en la alegría comprada de unos pocos momentos robados a la bohemia sutil. Una mujer completa. Entera. Que se enfrenta a los molinos del mundo con la lanza irreductible de su alegría fraterna, que sólo tiene en los andamios de sus pocos altares, los dioses inventados en su angustia o los duendes personales de su reino.
Este rincón es para su gracia, la irrepetible gracia de su danza, la cascada improbable de su risa, el universo fragante del olor de su piel, la belleza exquisita de su probable sexo. Este rincón es para ella, la que nunca me ha pedido un verso que describa su caricia, la que nunca ha leído un epigrama mío, la que no sabe cuál soneto de mis textos, desdibuja mi pasión por verla alegre, la que no conoce mi insomnio extasiado en el recuerdo de sus ojos, la que no sabe que ella aparece imperturbable cada vez que miro el arco iris, o una ventana rota sucumbe a la llovizna.
Este rincón es para ella, la que en la risa colectiva y en la parranda, sigue lejanamente triste, como a la espera de un sueño postergado, como si cada estrofa de su canto improvisado, fuera el eco de una tristeza trunca. Este rincón es para la novia de la cofradía, para la amante de la amistad que fluye, pero que cuando cae el telón de la nostalgia, vuelve a solas a su refugio que es mi infierno, sin imaginar mi cómplice apego a su tormento, sin saber que yo muero y vivo en todos sus pesares. Este rincón es para ella, una mujer de jazmín, cundeamor y noche en fuga, una mujer que se hace niña en el bolero que la enerva, que se hace vieja en el recuerdo que la nombra.
Ella aún no lo sabe / yo construyo su ausencia recogiendo las alas de los pájaros idos / destazo su recuerdo residuos de naufragio / descarrilo su sombra negándola a mis sueños/y me quito triunfante el disfraz del olvido / ella no lo imagina / atraviesa mi nada con los ojos vendados/ se embriaga con mis ansias y se incendia en mis ojos/ se descama en mi sangre/ se destierra en mis sienes/ se desoye en mi angustia/ se descubre en mis pasos/ ella no lo sospecha/ ella corre a la vida sin escuchar mi canto/ regresa de la muerte sin saber que la he visto/ desnudando arco iris en su pubis de ángel/ poblando primaveras al filo de sus manos./ Ella aún no lo sabe/ hace sólo un minuto que en verdad yo la amo.
César Sánchez Beras
Gracias por sus comentarios, todo el merito es de césar Sánchez Beras.
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sábado, 5 de febrero de 2011
Primera
SI PARA RECOBRAR LO RECOBRADO
DEBI PERDER PRIMERO LO PERDIDO
SI PARA CONSEGUIR LO CONSEGUIDO
TUVE QUE SOPORTAR LO SOPORTADO
SI PARA ESTAR AHORA ENAMORADO
FUE MENESTER HABER ESTADO HERIDO
TENGO POR BIEN SUFRIDO LO SUFRIDO
TENGO POR BIEN LLORADO LO LLORADO
PORQUE DESPUES DE TODO HE COMPROBADO
QUE NO SE GOZA BIEN DE LO GOZADO
SINO DESPUES DE HABERLE PADECIDO
PORQUE DESPUES DE TODO HE COMPRENDIDO
QUE LO QUE EL ARBOL TIENE DE FLORIDO
VIVE DE LO QUE TIENE SEPULTADO
FRANCISCO LUIS HERNANDEZ
DEBI PERDER PRIMERO LO PERDIDO
SI PARA CONSEGUIR LO CONSEGUIDO
TUVE QUE SOPORTAR LO SOPORTADO
SI PARA ESTAR AHORA ENAMORADO
FUE MENESTER HABER ESTADO HERIDO
TENGO POR BIEN SUFRIDO LO SUFRIDO
TENGO POR BIEN LLORADO LO LLORADO
PORQUE DESPUES DE TODO HE COMPROBADO
QUE NO SE GOZA BIEN DE LO GOZADO
SINO DESPUES DE HABERLE PADECIDO
PORQUE DESPUES DE TODO HE COMPRENDIDO
QUE LO QUE EL ARBOL TIENE DE FLORIDO
VIVE DE LO QUE TIENE SEPULTADO
FRANCISCO LUIS HERNANDEZ
viernes, 4 de febrero de 2011
CÉSAR SÁNCHEZ BERAS
Hermes sentado descansando, perdió la lira, Safo y Alceo por un momento creyeron tenerla y durmieron triunfantes en sus afanes, desde entonces los aedos difuminaron los versos y se perdieron en cascadas de palabras sin la música del vaivén, del sonido de la luz, del movimiento; Por breves momentos lo encontramos en algún poeta señalado con el rayo mítico de Zeus.
Si alguna vez encuentras en la letra taciturna, nostálgica, socialmente entregada y desbordando amor como quien teje una manta voladora, al poeta capaz de elevarte el espíritu con el arpa perenne de la belleza real, eres inmensamente privilegiado, pues son raros los espécimen.
Yo tengo el privilegio de conocer uno y poder llamarme su amigo y apreciar la verdad en cada uno de los ramilletes de palabras que dibujan sus versos y afirmar, sin duda ninguna cuando los leo, que el principio fue el verbo, como es el principio de la verdad sostenida en cada entrega de los manojos inmarcesibles de César Sánchez Beras.
Cuarteta para una isla
Qué cosa es una patria sin las manos
que trabajan el pan y la alborada,
sin esos ojos que en la madrugada
vigilan a los ángeles profanos.
Qué cosa es una patria sin el día
en que todos sus hijos igualmente,
tengan como símbolo en la frente
la estrella sin par de la alegría.
Qué cosa es una patria, un continente,
una isla, un barrio, un caserío…
Donde no vuele con libre albedrío
la música triunfal del inocente.
Qué cosa es la paz y la quimera
sin el sudor bendito del martillo.
O sin el sol que brinda con su brillo
la luz que no sabe de frontera.
Qué cosa es una patria sin los sueños
tejidos en la fe de las trincheras.
Cuando miramos las nuevas palmeras
que brotan con el nombre de los dueños.
Qué cosa es la patria cuando el llanto
hace del corazón su última grieta.
y se acomoda en la silla del poeta
para que el mundo se quede sin su canto.
Porque la vida no conoce el muro
que se levanta entre el otro y el que soy,
bajo las alas de pasado voy
construyendo la patria del futuro.
Diáspora
La diáspora es un pedazo
de la patria itinerante,
es un pueblito colgante
debajo de cada brazo
que mira desde el ocaso
la mañana que delira,
cuando el Caribe suspira
por aquel que vive lejos.
La Diáspora, son espejos,
donde la patria se mira.
Cuando ella besa
Ella puso su lumbre sobre mi boca hueca
y se llenó mi sangre de pájaros y soles,
ella sembró de nidos los ojos de la lluvia
y de mis manos toscas brotaban caracoles.
Ella puso su lengua sobre la nueva herida
y se rasgó en fulgores mi vieja cicatriz,
su lámpara cantaba una canción marina
con estrofas de algas, de peces y de raíz.
La noche se quemaba en sus ojos de ángel
mientras su boca hurgaba mis nuevos aquelarres
con la llave de un sueño que vive en la otra edad.
Su dicha era una bruja que con ojos vendados
desataba en mi boca los últimos conjuros
con una lluvia nueva nacida de los pájaros.
Cuando ella besa
Ella puso su lumbre sobre mi boca hueca
y se llenó mi sangre de pájaros y soles,
ella sembró de nidos los ojos de la lluvia
y de mis manos toscas brotaban caracoles.
Ella puso su lengua sobre la nueva herida
y se rasgó en fulgores mi vieja cicatriz,
su lámpara cantaba una canción marina
con estrofas de algas, de peces y de raíz.
La noche se quemaba en sus ojos de ángel
mientras su boca hurgaba mis nuevos aquelarres
con la llave de un sueño que vive en la otra edad.
Su dicha era una bruja que con ojos vendados
desataba en mi boca los últimos conjuros
con una lluvia nueva nacida de los pájaros.
En el fondo
Te pido que me quieras como yo soy por dentro
que atravieses resuelta la epidermis inmunda,
que igual como quien busca en las aguas profundas
descorras mis cortinas, que me enturbies el fondo.
Te pido que me veas en el cristal más hondo
que quites las escamas que bosquejan mi ser,
que destejas mi sombra, que me quites la piel
que quites las escorias del metal que yo soy.
Te pido que esta vez abandones la orilla,
que me laves el fango, que descifres mi arcilla,
que transiten tus manos mi costado sediento...
Y verás que en el fondo de mí mismo, un espejo
repite con su luz en múltiples reflejos,
tus ojos que me miran en el que soy por dentro.
Poema 2
No tuve otro camino que no fuera
la agonía de las algas que perecen
bajo las velas azules de los muelles
frente a los soles quebrados de septiembre
me fue preciso
locura adentro quitarme las gaviotas
callar el orfeón que va en la sangre
negarle a mis vísceras la rabia
reconstruir la palabra sortilegio
no tuve otro camino que no fuera
devolverle mis pasos a tu olvido
subirme al antifaz
endurecerme
desmontar los dioses que se erigen
en el mágico preludio de las sombras.
César Sánchez Beras
Si alguna vez encuentras en la letra taciturna, nostálgica, socialmente entregada y desbordando amor como quien teje una manta voladora, al poeta capaz de elevarte el espíritu con el arpa perenne de la belleza real, eres inmensamente privilegiado, pues son raros los espécimen.
Yo tengo el privilegio de conocer uno y poder llamarme su amigo y apreciar la verdad en cada uno de los ramilletes de palabras que dibujan sus versos y afirmar, sin duda ninguna cuando los leo, que el principio fue el verbo, como es el principio de la verdad sostenida en cada entrega de los manojos inmarcesibles de César Sánchez Beras.
Cuarteta para una isla
Qué cosa es una patria sin las manos
que trabajan el pan y la alborada,
sin esos ojos que en la madrugada
vigilan a los ángeles profanos.
Qué cosa es una patria sin el día
en que todos sus hijos igualmente,
tengan como símbolo en la frente
la estrella sin par de la alegría.
Qué cosa es una patria, un continente,
una isla, un barrio, un caserío…
Donde no vuele con libre albedrío
la música triunfal del inocente.
Qué cosa es la paz y la quimera
sin el sudor bendito del martillo.
O sin el sol que brinda con su brillo
la luz que no sabe de frontera.
Qué cosa es una patria sin los sueños
tejidos en la fe de las trincheras.
Cuando miramos las nuevas palmeras
que brotan con el nombre de los dueños.
Qué cosa es la patria cuando el llanto
hace del corazón su última grieta.
y se acomoda en la silla del poeta
para que el mundo se quede sin su canto.
Porque la vida no conoce el muro
que se levanta entre el otro y el que soy,
bajo las alas de pasado voy
construyendo la patria del futuro.
Diáspora
La diáspora es un pedazo
de la patria itinerante,
es un pueblito colgante
debajo de cada brazo
que mira desde el ocaso
la mañana que delira,
cuando el Caribe suspira
por aquel que vive lejos.
La Diáspora, son espejos,
donde la patria se mira.
Cuando ella besa
Ella puso su lumbre sobre mi boca hueca
y se llenó mi sangre de pájaros y soles,
ella sembró de nidos los ojos de la lluvia
y de mis manos toscas brotaban caracoles.
Ella puso su lengua sobre la nueva herida
y se rasgó en fulgores mi vieja cicatriz,
su lámpara cantaba una canción marina
con estrofas de algas, de peces y de raíz.
La noche se quemaba en sus ojos de ángel
mientras su boca hurgaba mis nuevos aquelarres
con la llave de un sueño que vive en la otra edad.
Su dicha era una bruja que con ojos vendados
desataba en mi boca los últimos conjuros
con una lluvia nueva nacida de los pájaros.
Cuando ella besa
Ella puso su lumbre sobre mi boca hueca
y se llenó mi sangre de pájaros y soles,
ella sembró de nidos los ojos de la lluvia
y de mis manos toscas brotaban caracoles.
Ella puso su lengua sobre la nueva herida
y se rasgó en fulgores mi vieja cicatriz,
su lámpara cantaba una canción marina
con estrofas de algas, de peces y de raíz.
La noche se quemaba en sus ojos de ángel
mientras su boca hurgaba mis nuevos aquelarres
con la llave de un sueño que vive en la otra edad.
Su dicha era una bruja que con ojos vendados
desataba en mi boca los últimos conjuros
con una lluvia nueva nacida de los pájaros.
En el fondo
Te pido que me quieras como yo soy por dentro
que atravieses resuelta la epidermis inmunda,
que igual como quien busca en las aguas profundas
descorras mis cortinas, que me enturbies el fondo.
Te pido que me veas en el cristal más hondo
que quites las escamas que bosquejan mi ser,
que destejas mi sombra, que me quites la piel
que quites las escorias del metal que yo soy.
Te pido que esta vez abandones la orilla,
que me laves el fango, que descifres mi arcilla,
que transiten tus manos mi costado sediento...
Y verás que en el fondo de mí mismo, un espejo
repite con su luz en múltiples reflejos,
tus ojos que me miran en el que soy por dentro.
Poema 2
No tuve otro camino que no fuera
la agonía de las algas que perecen
bajo las velas azules de los muelles
frente a los soles quebrados de septiembre
me fue preciso
locura adentro quitarme las gaviotas
callar el orfeón que va en la sangre
negarle a mis vísceras la rabia
reconstruir la palabra sortilegio
no tuve otro camino que no fuera
devolverle mis pasos a tu olvido
subirme al antifaz
endurecerme
desmontar los dioses que se erigen
en el mágico preludio de las sombras.
César Sánchez Beras
miércoles, 2 de febrero de 2011
POETA DE LA SEMANA
Alfonsina Storni
Nació en Capriasca, Suiza, en 1892, pero desde los cuatro años fue llevada a Argentina, país que la acogió con su nacionalidad.Desde muy niña empezó a trabajar como maestra, haciendo sus primeros pinos como poetisa bajo el pseudónimo de TaoLao.
Storni ejerció como maestra en diferentes establecimientos educativos y escribió sus poesías y algunas obras de teatro durante este período. Su prosa es feminista, ya que busca en ella la igualdad entre el hombre y la mujer, y según la crítica, posee una originalidad que cambió el sentido de las letras de Latinoamérica. Otros dividen su obra en dos partes: una de corte romántico, que trata el tema desde el punto de vista erótico y sensual y muestra resentimiento hacia la figura del hombre, y una segunda etapa en la que deja de lado el erotismo y muestra el tema desde un punto de vista más abstracto y reflexivo. La crítica literaria, por su parte, clasifica en tardorománticos a los textos editados entre los años 1916 y 1925 y a partir de Ocre encuentra rasgos de vanguardismo y recursos como el antisoneto. Sus composiciones reflejan, además, la enfermedad que padeció durante gran parte de su vida y muestran la espera del punto final de su vida, expresándolo mediante el dolor, el miedo y otros sentimientos.
Fue diagnosticada con cáncer de mama, del cual fue operada. A pedido de un medio periodístico se realizó un estudio de quirología, cuyo diagnóstico no fue acertado. Esto la deprimió, provocándole un cambio radical en su carácter y llevándola a descartar los tratamientos médicos para combatirla.
Se suicidó en Mar del Plata arrojándose de la escollera del Club Argentino de Mujeres. Hay versiones románticas que dicen que se internó lentamente en el mar. Su cuerpo fue velado inicialmente en esa ciudad balnearia y finalmente en Buenos Aires. Actualmente sus restos se encuentran enterrados en el Cementerio de la Chacarita.
La última carta de Alfonsina Storni a sus amigos daba pistas de su trágico final
La esquela dirigida al novelista Manuel Gálvez fue encontrada en un sótano de la Sociedad Argentina de Escritores junto con otros textos de la poetisa que se suicidó en Mar del Plata en 1938.
La carta daba pistas sobre el final. “Estoy muy mal”, arranca. Y sobre el cierre pide: “Gracias, adiós, no me olviden”, para terminar: “No puedo seguir escribiendo”.
La carta se supone que fue una de las últimas y el destinatario de las letras de Alfonsina era su amigo y maestro Manuel Gálvez. Según una nota que publica Clarín, la carta fue encontrada en la Ssociedad Argentina de Escritores, de la que ella fue una de las fundadoras.
No fue el único texto de la poetisa encontrado. Apareció además un manuscrito del poema "Barrancas del Plata en Colonia" que había escrito a principios de 1938, en Colonia, Uruguay.
Alma desnuda
Soy un alma desnuda en estos versos,
alma desnuda que angustiada y sola
va dejando sus pétalos dispersos.
Alma que puede ser una amapola,
que puede ser un lirio, una violeta,
un peñasco, una selva y una ola.
Alma que como el viento vaga inquieta
y ruge cuando está sobre los mares
y duerme dulcemente en una grieta.
Alma que adora sobre sus altares
dioses que no se bajan a cegarla;
alma que no conoce valladares.
Alma que fuera fácil dominarla
con sólo un corazón que se partiera
para en su sangre cálida regarla.
Alma que cuando está en la primavera
dice al invierno que demora: vuelve,
caiga tu nieve sobre la pradera.
Alma que cuando nieva se disuelve
en tristezas, clamando por las rosas
con que la primavera nos envuelve.
Alma que a ratos suelta mariposas
a campo abierto, sin fijar distancia,
y les dice: libad sobre las cosas.
Alma que ha de morir de una fragancia,
de un suspiro, de un verso en que se ruega,
sin perder, a poderlo, su elegancia.
Alma que nada sabe y todo niega
y negando lo bueno el bien propicia
porque es negando como más se entrega.
Alma que suele haber como delicia
palpar las almas, despreciar la huella,
y sentir en la mano una caricia.
Alma que siempre disconforme de ella,
como los vientos vaga, corre y gira;
alma que sangra y sin cesar delira
por ser el buque en marcha de la estrella.
¡Aymé!
Y sabías amar, y eras prudente,
y era la primavera y eras bueno,
y estaba el cielo azul, resplandeciente.
Y besabas mis manos con dulzura,
y mirabas mis ojos con tus ojos,
que mordían a veces de amargura.
Y yo pasaba como el mismo hielo...
Yo pasaba sin ver en dónde estaba
ni el cruel infierno ni el amable cielo.
Yo no sentía nada... En el vacío
vagaba con el alma condenada
a mi dolor satánico y sombrío.
Y te dejé marchar calladamente,
a ti, que amar sabías y eras bueno,
y eras dulce, magnánimo y prudente.
Toda palabra en ruego te fue poca,
pero el dolor cerraba mis oídos...
Ah, estaba el alma como dura roca.
Duerme tranquilo
Dijiste la palabra que enamora
a mis oídos. Ya olvidaste. Bueno.
Duerme tranquilo. Debe estar sereno
y hermoso el rostro tuyo a toda hora.
Cuando encanta la boca seductora
debe ser fresca, su decir ameno;
para tu oficio de amador no es bueno
el rostro ardido del que mucho llora.
Te reclaman destinos más gloriosos
que el de llevar, entre los negros pozos
de las ojeras, la mirada en duelo.
¡Cubre de bellas víctimas el suelo!
Más daño al mundo hizo la espada fatua
de algún bárbaro rey y tiene estatua.
Dientes de flores, cofia de rocío...
Último poema antes de suicidarse.
Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.
Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara en la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.
Déjame sola; oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases
para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.
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