
Todos los eclipses de todas las lunas, desde IO hasta las que circundan los planetas posibles en nuestra galaxia cotidiana, hasta los imaginarios eones en millas de años luz o luz del fondo abismal del confín terrestre de lo eterno.
Todos los hoyos negros de todas las galaxias del universo conocido, o del por conocer, alineados en la recta perfecta del equinoccio transversal del pensamiento todo, o todos los soles, con todas sus dispendiosas unidades caloríficas, rayos cósmicos, líneas gamas, rayos cuantuperfectos de pi= x mas 2 elevados al cubo simétrico de las líneas piramidales.
Desde los enunciados reales de la teoría de la relatividad, enmarcados en la lunetas del microscopio alma de Chile o del de Arecibo, de un solo plato, pasando por la línea de Pizarro o por el descubrimiento fantástico de hielo en Marte.
Ganimedes colmada de chichiguas en luceros, hasta la osa mayor con todas las menores en seguimiento perpetuo, nada, nada en la imaginación o en los sueños alucinantes, puede comparar tu mirada de enojo cuando levantas el arco superior de tus parpados o cuando entregada al amor llegan a tus ojos miríadas de estrellas incandescentes en la explosión final del volcán sublime del deseo.
Asdrovel Tejeda Acevedo