Ojala que cuando acabe, acabe y tu nombre se pierda entre las piedras, ojala que renuncie a recordar tus ojos de mirar alegre y tu llamar sereno encendido de hembra en celo. Ojala pueda sacar de mi memoria tus pezones erectos apuntando a la estrella de la noche y el sudor de tu cuerpo mojando mi cama.
Ojala que nunca jamás vuelvas a mis sueños que pueda transitar indiferente el camino vehemente de tu espera, en la espera total de mis angustias, ojala. Se renuente a mis llamadas, como yo a las tuyas, cierra de una vez y por siempre la puerta de tu cuarto, que yo arrancare de sus goznes la mía y tapiare su hueco con azufre del averno.
Que el olvido venga a mi encuentro, en el encuentro final del desencuentro; Que nunca más tenga pecados nuevos para usar como al descuido, en cada beso del principio, como el jadeo final que es un principio nuevo.
Que el silencio, como orgasmo ultimo, borre de mi memoria tu nombre y, no recuerde jamás ni la lámpara apagada que en algún momento en la mesa del cuarto, sin estar encendida, alumbro con mis ojos, tu cuerpo recostado pidiendole mas al amor.
Ojala, que cuando mis lloros acaben, sea capaz, ojala, de morder mis labios, para recordar los tuyos en el inclemente olvido del ojala y del nunca.
Asdrovel Tejeda Acevedo
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