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lunes, 17 de enero de 2011
Y QUE DECIR
Y qué decir del sueño, de mi sueño que es como un espacio abierto que de tanto en tanto se cuela en la realidad, confundiendo los confines o confinándose de manera silenciosa en cada centésima infinitesimal de la luz que llega a tus ojos al despertar, sin saber que mi sueño te recorrió toda por cada arteria y cada vena de tu cuerpo en un viaje inconcluso que vuelve a comenzar al abrir tú tus ojos y al cerrar yo los míos.
Y qué decir del silencio, que grita en mi oído avisándome de tu presencia cuando estas ausente y que se apodera de mi, taciturno y sombrío, cuando las horas pasan y no llegas o cuando llegas solo en el recuerdo o en la nota de la canción que oímos juntos y voy silencioso y angustiado a buscarte en el espejo que reflejó tu presencia en la madrugada.
Y qué decir de lo que digo o no, de lo que pienso, de lo que piensas, de tus horas refugiada en rincones a los que no puedo llegar, pues son solamente tuyos y de ser tan tuyos son míos como el eco de un trueno lejano que anuncia el agua que cae en otra parte, o como el instante del rayo al cruzar el firmamento.
En este volar a mis adentros con alas de mariposas tiernas voy en tu búsqueda sabiéndote presente en cada instante de mi sístole o en cada diástole peregrina que balbucea tu nombre iridiscente, tú nombre, nomenclatura llana de silencios, de sueños y deseos, de presencia lejana cuando te acercas silenciosa y cercana cuando sin marcharte ya te has ido.
Asdrovel Tejeda Acevedo
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